Una de las hipótesis más fascinantes, sostenida durante milenios en la antigüedad e incluso contenida en textos de Ciencia Hermética y que hoy parece tomar cuerpo y explicación en algunas de las más avanzadas investigaciones parapsicológicas, es la del “tercer ojo”, órgano ignorado por científicos y profanos, pero existente en el cuerpo humano, más o menos camuflado dentro de la gran maraña de tejidos cerebrales cuyas verdaderas funciones no se conocen suficientemente bien. Este Tercer Ojo estaría atrofiado, dormido o por desarrollar en la mayoría de nosotros. De forma que, aunque examinando el cuerpo de un hombre o una mujer se diera con dicho órgano de “visión”, a nadie se le ocurrirá identificarlo como tal. Sólo así es posible que este Tercer Ojo exista y haya existido siempre, ya que de haber sido descubierto y conocida su función no estaríamos ahora tratando de desentrañar el misterio. Por otra parte, al menos en las leyendas y las ciencias ocultas, se da por sentado que en tiempos remotos los seres, humanos o no, poseían un Tercer Ojo. Se dice, en la cultura egipcia por ejemplo, de ciertos reptiles o serpientes. Hay pruebas pictóricas de este Tercer Ojo en algunas interpretaciones de dioses hindúes (llamado “tilka” y figurado con una gema), como Shiva. Y las divinidades se han representado con ojos humanos: el Sol, la Luna, Dios, etc. Y así se da el ojo de Osiris en el Antiguo Egipto, el ojo de Drama o Mahatma en el tantrismo hinduista, budista y jainista. En mascarillas funerarias, estatuillas y figuras de las culturas olmeca, maya y otras. En México se encuentran muestras de este Tercer Ojo en la frente de máscaras rituales, aunque este “ojo” misterioso no responda luego en dichas culturas al órgano que buscamos de la visión clarividente y extrasensorial, pero sí constituya un antecedente, como indicio de la respuesta que intentan hoy los estudios parapsicológicos. En Egipto, en cambio, el ojo sagrado de Osiris se encuentra, a veces, en escenas iniciáticas como un triple ojo, símbolo de la trinidad ocultista del dios Thot, y que concedía la visión directa de cosas invisibles, como podían ser las reencarnaciones sucesivas del mismo individuo. Y también en Egipto, sobre muchos sarcófagos así como en estatuas, la visión de lo “sobrenatural” se simboliza por una serpiente enrollada en espiral sobre la frente como el poder oculto que poseían faraones (el “urus”) y otras jerarquías del estado. Los ojos de la serpiente cobra, falsos o verdaderos (en realidad un “sensor infrarrojo” que le permite orientarse hacia la presa por el calor que ésta emite) pero claramente dibujados como marcas blancas o negras en su caperuza y que le han merecido el apodo de “cobra de anteojos” son otros símbolos utilizados en los misterios de la religión del Nilo. Y la realidad confirma este simbolismo, ya que de las doce especies de cobras existentes en la actualidad, la llamada “cobra egipcia” y algunas otras poseen estas características simuladoras de ojos en su caperuza expandida. Y de lo que no cabe duda es que los egipcios antiguos tomaron a la cobra como símbolo de la visión extrasensorial y sobrenatural. Existen numerosas teorías sobre la existencia de un Tercer Ojo en la especie humana en tiempos muy antiguos, o en planos de existencia distintos al nuestro... Este Tercer Ojo por alguna razón se atrofió en determinado momento (como ocurrió con otro órgano primitivo con su función perdida: el apéndice), se retrotrajo y escondió dentro del cráneo y vive adormecido en esta cavidad. Algunos científicos creen entender que este Tercer Ojo podría volver a cumplir sus funciones antiguas y otros parecen demostrar que, al menos en algunos individuos, se ha podido conseguir reactivar esa visión. Estamos hablando, lógicamente, de la no menos famosa “glándula pineal”. Lo veremos todo ello por su orden; al fin y al cabo, los dos ojos que actualmente tenemos no son sino terminales nerviosas perfeccionadas y desarrolladas en un órgano de visión. Y de la misma manera que hoy existen dos, nada impide proponer, siquiera como hipótesis de trabajo, que en otro momento podrían haber existido tres.
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