Espantos de la calle del Sol, en Bogotá
La casa fue construida a principios del siglo XX y la habitó el dictador Rojas Pinilla luego de un exitoso golpe de estado. Allí instaló la dependencia del Servicio Secreto. Dicen que en ese solar se cometieron atrocidades Había gente en calabozos sometida a maltratos y torturas. Aún hoy continuan los comentarios sobre apariciones de los asesinados. Los parapsicólogos explicaban: la energía psíquica se escapa luego de una agonía y queda deambulando por el lugar. La gente que habitó la casa a lo largo del tiempo sentía sensaciones extrañas: escalofríos, parálisis, desconciertos, temores en la penumbra Un conocedor de la historia del lugar decía que no había un solo fantasma sino que muchas personas muertas formaban una entidad sobrenatural. Al fin y al cabo, dicen, la unión hace la fuerza ¿no.
Teatro Municipal, en Caracas
A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII había una ermita en ese lugar. Un tallador esculpió un Jesús Nazareno de asombrosos rasgos casi reales. Tan reales, que un día se le apareció a su creador y le preguntó: “¿Dónde me viste que tan perfecto me hiciste”. Tiempo después, sobre las ruinas de ese convento se construyó el teatro, a pedido de un gobernante. En la inauguración se ejecutó la ópera La Traviata. Mientras tanto, dicen que en el palco se le apareció el Jesús Nazareno tallado y le preguntó al político: “¿Qué hiciste de mi templo?”. En ese mismo teatro hubo actores y actrices que murieron en escena y, se comenta por los pasillos, que sus espíritus siguen dando vueltas por ahí. Aún hoy el tramoyista del teatro ve sombras en la platea y puertas que se abren y se cierran.
El Circulo Militar, en Quito
En 1918 el edificio se transforma en el Club Militar, un círculo exclusivo para altos cargos castrenses. Pero antes, la mansión fue habitada por una familia de acomodada posición económica que tenía una hija hermosa. Ella no quiso casarse. Su vida la dedicó a realizar labores sociales, brindando ayuda a gente necesitada. Un día tuvo un accidente y su empecinado afán por vivir la convirtió en huésped permanente de la casa. Cuenta la historia que el fantasma de la mujer no dejaba trabajar a los restauradores de la casa. Si hasta lo soldados que ahora pueblan el palacete le tienen miedo. Ellos, que andan con fusiles y pistolas, empiezan a temblequear cada vez que se escuchan unos tacos retumbando por el piso de madera.
La casa fue construida a principios del siglo XX y la habitó el dictador Rojas Pinilla luego de un exitoso golpe de estado. Allí instaló la dependencia del Servicio Secreto. Dicen que en ese solar se cometieron atrocidades Había gente en calabozos sometida a maltratos y torturas. Aún hoy continuan los comentarios sobre apariciones de los asesinados. Los parapsicólogos explicaban: la energía psíquica se escapa luego de una agonía y queda deambulando por el lugar. La gente que habitó la casa a lo largo del tiempo sentía sensaciones extrañas: escalofríos, parálisis, desconciertos, temores en la penumbra Un conocedor de la historia del lugar decía que no había un solo fantasma sino que muchas personas muertas formaban una entidad sobrenatural. Al fin y al cabo, dicen, la unión hace la fuerza ¿no.
Teatro Municipal, en Caracas
A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII había una ermita en ese lugar. Un tallador esculpió un Jesús Nazareno de asombrosos rasgos casi reales. Tan reales, que un día se le apareció a su creador y le preguntó: “¿Dónde me viste que tan perfecto me hiciste”. Tiempo después, sobre las ruinas de ese convento se construyó el teatro, a pedido de un gobernante. En la inauguración se ejecutó la ópera La Traviata. Mientras tanto, dicen que en el palco se le apareció el Jesús Nazareno tallado y le preguntó al político: “¿Qué hiciste de mi templo?”. En ese mismo teatro hubo actores y actrices que murieron en escena y, se comenta por los pasillos, que sus espíritus siguen dando vueltas por ahí. Aún hoy el tramoyista del teatro ve sombras en la platea y puertas que se abren y se cierran.
El Circulo Militar, en Quito
En 1918 el edificio se transforma en el Club Militar, un círculo exclusivo para altos cargos castrenses. Pero antes, la mansión fue habitada por una familia de acomodada posición económica que tenía una hija hermosa. Ella no quiso casarse. Su vida la dedicó a realizar labores sociales, brindando ayuda a gente necesitada. Un día tuvo un accidente y su empecinado afán por vivir la convirtió en huésped permanente de la casa. Cuenta la historia que el fantasma de la mujer no dejaba trabajar a los restauradores de la casa. Si hasta lo soldados que ahora pueblan el palacete le tienen miedo. Ellos, que andan con fusiles y pistolas, empiezan a temblequear cada vez que se escuchan unos tacos retumbando por el piso de madera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario