En la mayoría de culturas uno de los elementos ligados a los fantasmas son las casas embrujadas. Como se ha comentado, los espíritus pueden llegar a mantener vínculos con lugares conocidos o bien crearlos ellos mismos. En otras ocasiones se encuentran en sitios que ocuparían en caso de haber continuado con vida, es decir, intentan seguir su ritmo de vida. Independientemente de ello, solemos considerar hechizadas casas deshabitadas o deterioradas inventando multitud de historias sobre el oscuro pasado del lugar.En España es conocido el Cortijo Jurado situado a pocos kilómetros de Málaga. Dice la leyenda que los grandes señores del siglo XIX controlaban económicamente el gobierno de la región y traían muchachas del extranjero para realizar rituales en la finca y posteriormente enterrarlas a gran profundidad. El vecindario afirma la existencia de luces voladoras y de fuertes golpes desde el sótano de la casa. Desde entonces, alimentan el mito multitud de historias sobre visitas a la casa y algún suceso paranormal en ella. Por ejemplo, un grupo de jóvenes que aseguraba haber oído voces y una forma traslúcida de mujer que les invitaba a cruzar la verja principal. Otro relato comenta una conversación entre una niña asesinada y cuatro participantes en una sesión de espiritismo donde ella les indicaba mediante una luz el lugar del jardín donde fue enterrada, por supuesto, se dice que huyeron despavoridos.
Otro caso digno de ficción cinematográfica es el de la Mansión 112 de Ocean Avenue en Amityville .Esta vez todos los medios de comunicación estadounidenses se aventuraron a realizar reportajes y conjeturas sobre la naturaleza de los hechos que allí acontecían. En 1974, la familia DeFeo fue asesinada con un rifle por el hijo mayor de diecisiete años, que tras la investigación fue condenado a prisión. Unos meses más tarde otra familia llamada Lutz se desplazó a ocupar la casa atraídos por su bajo precio. Sin embargo tan sólo 16 días duró su estancia allí. Según esta familia se sentían observados por distintas habitaciones de la casa en las que podían escucharse claramente sospechosos ruidos. Incluso afirmaban que sus conductas estaban siendo modificadas violentamente por culpa de los efectos que tenían las paredes sobre ellos. Por último, fruto de las alucinaciones que sufrían, George Lutz decía que su mujer se estaba convirtiendo en una bruja a la que apenas le quedaban dientes ni pelo.